Desde que te convertiste en mamá algo cambió, no sabés con precisión qué, pero se siente diferente. A veces se siente como un miedo desproporcionado a lo que te acontece. A veces se siente como un fuego que te quema por dentro, y otras veces unas ganas de llorar como nunca antes experimentante.
El problema no es lo que te pasa, porque la verdad a todas nos pasa…
El problema es, no saber de dónde vienen esas cataratas de emociones, es no poder nombrarlas, es sentir esa falta de empatía, sostén, ayuda, contención… nos sentimos sin bordes, no hay de donde agarrarse y el abismo es como un precipicio sin fin…
El puerperio, es el estado en el que transitamos todas las mamás desde que nace nuestro bebé hasta dos o tres años después. Es una gran oportunidad para ver con claridad cómo nos vinculamos históricamente y elegir sanar cosas pasadas.
¿Por qué es una oportunidad? Porque entramos en estados alterados de consciencia donde la lucidez y la comprensión de nosotras mismas y de los demás se apodera de nosotras. Está todo nuestro SER dispuesto a encontrarse con su sí mismo. Depende de cada una como decide vivirlo.
Algo que parece no tener salida, de repente puede convertirse en una experiencia renovadora de la cual podemos salir fortalecidas.